lunes, 3 de junio de 2013

Relato.

Miraste hacia los lados y dijiste "No viene nadie, no seas tonta" y claro, yo no supe dónde meterme. Me mirabas a los ojos, con esa mirada dulce pero a la vez insistente y juguetona, entonces empecé a cantar. Al principio estaba muy insegura, sentía cómo mis mejillas empezaban a arder y mis ojos se humedecían, pero a la vez cantaba mirando tu reacción y escrutándola por si se avispaba algún gesto que me dijese "para". Pero no, todo lo contrario, tus ojos se iluminaban, tu sonrisa aparecía poco a poco y yo iba cogiendo seguridad y cantando con mi dulce voz heredada de mi madre. Cuando terminé, te quedaste callado, sonreíste ampliamente y me dijiste "con tu voz se podría embriagar a sirenas, eres alucinante". En ese momento una carcajada salió desde mi pecho y tú te reíste conmigo, después nos fuimos andando a seguir al grupo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario